Soltar la Mesa. Tomar la Espada.


Por qué estoy dejando la terapia de masaje — y diciendo sí al próximo llamado

Durante un tiempo, tuve el privilegio de servir a personas a través de la terapia de masaje. No fue una coincidencia — fue un llamado. Primero experimenté sanidad como cliente, y algo en ese encuentro despertó algo profundo en mí:
“Quiero ayudar a otros como me ayudaron a mí.”

Ese deseo de servir y sanar era genuino. Así que fui a estudiar, me preparé con dedicación, y eventualmente abracé la terapia de masaje como una segunda carrera. Y por una temporada, fue hermoso.
Pude ser parte — aunque sea pequeña — del proceso de sanidad de muchas personas. No solo física, sino también emocional, mental y espiritualmente.

Pero el llamado no siempre es para toda la vida. A veces es solo por una etapa. Y últimamente, Dios me ha dejado claro:
Este capítulo está por terminar… porque uno nuevo está por comenzar.

El masaje me enseñó a servir con mis manos.
Ahora, Dios me está llamando a servir con mi voz.
A hablar la verdad, derribar mentiras, discipular a otros y traer sanidad de formas distintas — no solo muscular, sino también teológica.

No es que el deseo de ayudar se haya desvanecido.
Al contrario, se ha intensificado.
Es solo que Dios está ensanchando el campo de batalla.
Me está mostrando que el dolor más profundo de la gente no está solo en la espalda o los hombros — está en lo que creen.
En las mentiras que les contaron sobre Dios.
En las preguntas que nunca se atrevieron a hacer.
En la vergüenza que todavía arrastran.

Y la mejor manera en que puedo servir ahora… es caminar de lleno por el camino que Él ha trazado:
Estudios teológicos.
Discipulado.
Enseñanza.
Escritura.
Y una lucha fiel.

Sí, técnicamente podría seguir dando masajes por fuera.
Pero ya no es ahí donde está mi corazón.
Y la verdad es esta: cada hora que me aferro a algo que Dios ya me pidió soltar… es una hora que no estoy invirtiendo en lo que Él quiere darme ahora.

Esto no se trata de dinero.
No se trata de estar ocupado.
Se trata de obediencia.

Se trata de ser fiel no solo al llamado que Dios me dio antes, sino al que me está dando hoy.

Sé que no todos lo entenderán.

Algunos dirán:
— “Pero eras bueno en eso.”
— “¿No fue Dios quien te llamó a hacer eso al principio?”
— “¿Y qué con todo lo que invertiste?”

Y mi respuesta es:

Sí, era bueno en eso.
Sí, fue Dios quien me llamó.
Y no — nada de eso fue en vano.

El masaje fue terreno de entrenamiento.
Me enseñó a cuidar con profundidad, a estar atento, a hacer espacio para otros.
Y esas son justo las habilidades que llevaré conmigo a esta nueva etapa.

Pero la sanidad nunca fue solo para el cuerpo.
Es hora de ir más profundo.

Dios me ha llamado a confrontar mentiras con la verdad,
A enseñar y defender lo que es bueno,
A consolar a los quebrantados — y a incomodar a los cómodos — con la Escritura, la razón y el amor.

Y para hacerlo bien, necesito espacio.
Necesito enfoque.
Necesito estar completamente comprometido.

Así que estoy soltando la mesa.
No porque haya sido mala — sino porque la temporada cumplió su propósito.
Y estoy tomando la espada — no de violencia, sino de verdad.
Porque esa es la forma en que Dios me está llamando a luchar ahora.

Esta es la primera de muchas reflexiones que compartiré aquí.
Algunas serán personales. Otras, teológicas.
Todas estarán escritas en la tensión entre lo que es real y lo que es posible — entre lo que luchamos y lo que Dios revela.

Gracias por caminar conmigo.
Es un honor tenerte en este ring.

Si alguna vez has sentido que Dios te está redirigiendo — incluso alejándote de algo bueno — me encantaría conocer tu historia. Luchemos juntos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

es_COEspañol de Colombia
Scroll to Top